Si hay sombras también hay luz

Todos estamos de acuerdo en que los fantasmas dan miedo, pero seguro que también lo estamos en que los que más miedo dan son nuestros propios fantasmas y que a la vez son a los que da más miedo enfrentarse.

En esta novela gráfica que os traemos hoy vamos a conocer a los fantasmas de Clara. Ella las llama sus sombras y son esas cosas que nunca la dejan tranquila ni siquiera cuando está disfrutando de una divertidísima tarde con sus amigos. 

Ella se acaba de mudar a un nuevo barrio con su padre, sabemos que su madre les ha dejado y poco a poco descubriremos más sobre las consecuencias de este abandono y es que, no os dejéis confundir por la imagen tan colorida ni por el formato, esta historia habla de temas muy duros. 

En su nuevo barrio Clara espera empezar una nueva vida y quizá dejar atrás a sus sombras aunque como sufre ataques de epilepsia algunas veces es inevitable que no aparezcan y le fastidien la fiesta. 

En su nuevo instituto hay compañeros muy simpáticos, pero a los primeros que conoce son a los abusones. Como veis su vida lejos de Nueva York no está siendo una gran aventura, pero este libro no solo habla de sombras,  porque para que haya sombras tiene que haber luz y esa es la que un grupo de chicos, a cada cuál más diferente, le aportarán a Clara. Una amistad que surge de la manera más extraña y que pronto irá creciendo hasta ser la clave para resolver un gran misterio que tiene en jaque a la policía y al pueblo de Brattleboro. 



Lo que más me ha gustado de la historia es el grupo de amigos. Todos ellos muy diferentes, con gustos igual de diferentes y con unos apodos muy originales y la amistad que se desarrolla entre ellos. Porque, aunque esta historia nos presenta un misterio en forma de desapariciones, la clave la tiene la amistad y la solidaridad. ¿Y quién mejor para demostrar la importancia de todo esto que un grupo de inadaptados? 

Las ilustraciones a todo color están llenas de detalles y si os fijáis bien encontraréis muchas referencias a los noventa que sin duda os van a encantar. Merece mucho la pena pasar un rato observando las ilustraciones cuando leemos una novela gráfica porque a veces, una imagen vale más que mil palabras. 




Otra de las cosas que me ha sorprendido es encontrarme con temas que no suelen aparecer en libros dirigidos a niños, familias desestructuradas, problemas de alcoholemia, maltrato... 

Es verdad que son unas pinceladas, que a veces son solo imágenes pero eso ayudará a nuestra protagonista y al lector a descubrir que todos vivimos con sombras y que todos nos merecemos luz. 

Una novela gráfica que fomenta el valor de la amistad, la importancia de hablar las cosas y de pedir ayuda. 

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Libroteca El Gato de Cheshire

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